Tus manos, incluso con guantes o en verano, están frías. Presta atención porque puede ser la señal de algún trastorno de la salud.
¿Tus manos parecen de hielo pese a protegerlas con guantes?
¿Tienes las manos siempre frías? Una señal que puede avisarnos de varias cuestiones relacionadas con la salud. Vamos a ver a qué puede deberse que tengas las manos tan frías.
Incluso con guantes, ¿tus manos siguen estando frías?, ¿te sucede incluso en verano?
Tener las manos frías es más común de lo que pensamos.
Lógicamente hay personas que son más frioleras que otras, pero cuando la sensibilidad al frío surge de repente o es más intensa de lo normal, es posible que pueda tratarse del síntoma de algún trastorno de la salud.
Entre las curiosidades del cuerpo humano está su capacidad de alertarnos de que algo no va bien, por muy pequeña o leve que pueda ser la dolencia.
De ahí que, ante cualquier síntoma o señal que percibamos como fuera de lo normal, es aconsejable prestarle atención y, ante la duda, consultar siempre al médico.
El tener las manos frías es, por ejemplo, uno de esos síntomas a los que, en algún que otro momento, podemos considerar que no tiene importancia.
Algo similar sucede con el cansancio, y sí, ambos tienen importancia.
Manos frías: hipotiroidismo
Este trastorno de la tiroides suele causar mayor sensibilidad al frío, que se nota sobre todo en los pies y en las manos. Una prueba tan sencilla como un análisis de sangre puede detectar cualquier desequilibrio en la glándula tiroides, la cual cumple un papel esencial, por ejemplo, en el metabolismo. Para prevenirlo, la dieta del yodo.
Manos frías: síndrome de Raynaud
No es una enfermedad grave, pero provoca que llegue poca sangre a las extremidades. Puede detectarse con una sencilla prueba. Este síndrome se traduce en espasmos vasculares que se producen como consecuencia del frío o de las emociones fuertes y que bloquean el flujo sanguíneo, sobre todo en los dedos de las manos, a veces en los de los pies y, en raras ocasiones, en las orejas y en la nariz.
Manos frías: anemia
Uno de los síntomas más habituales que pueden estar relacionados con la anemia –carencia de un mineral como el hierro- suele ser precisamente tener la piel fría, incluidas las manos.
Manos frías: problemas de peso y de circulación
En concreto, de bajo peso o peso insuficiente (infrapeso). Las mujeres muy delgadas, al tener poca grasa corporal, no siempre son capaces de mantener el calor. Comer alimentos calóricos solucionará el problema.
Otra causa de esta sensibilidad al frío y de tener siempre las manos heladas puede estar en la circulación. Si el trastorno es leve puede solucionarse mediante ejercicios y masajes.
Puede afectar tanto a las extremidades superiores como inferiores.
Lógicamente, en cualquier momento, uno puede las manos frías.
El problema radica cuando esta sensación se mantiene en el tiempo y es constante y, sobre todo, no entiende de estaciones, ya que las manos pueden quedarse frías incluso en verano.
Si crees que tus manos frías te pueden estar alertando de alguna de estas dolencias, es hora de consultar al médico, para desvelar la causa real y aplicar el tratamiento más adecuado.
¿Tus manos parecen de hielo pese a protegerlas con guantes?
¿Tienes las manos siempre frías? Una señal que puede avisarnos de varias cuestiones relacionadas con la salud. Vamos a ver a qué puede deberse que tengas las manos tan frías.
Incluso con guantes, ¿tus manos siguen estando frías?, ¿te sucede incluso en verano?
Tener las manos frías es más común de lo que pensamos.
Lógicamente hay personas que son más frioleras que otras, pero cuando la sensibilidad al frío surge de repente o es más intensa de lo normal, es posible que pueda tratarse del síntoma de algún trastorno de la salud.
Entre las curiosidades del cuerpo humano está su capacidad de alertarnos de que algo no va bien, por muy pequeña o leve que pueda ser la dolencia.
De ahí que, ante cualquier síntoma o señal que percibamos como fuera de lo normal, es aconsejable prestarle atención y, ante la duda, consultar siempre al médico.
El tener las manos frías es, por ejemplo, uno de esos síntomas a los que, en algún que otro momento, podemos considerar que no tiene importancia.
Algo similar sucede con el cansancio, y sí, ambos tienen importancia.
Manos frías: hipotiroidismo
Este trastorno de la tiroides suele causar mayor sensibilidad al frío, que se nota sobre todo en los pies y en las manos. Una prueba tan sencilla como un análisis de sangre puede detectar cualquier desequilibrio en la glándula tiroides, la cual cumple un papel esencial, por ejemplo, en el metabolismo. Para prevenirlo, la dieta del yodo.
Manos frías: síndrome de Raynaud
No es una enfermedad grave, pero provoca que llegue poca sangre a las extremidades. Puede detectarse con una sencilla prueba. Este síndrome se traduce en espasmos vasculares que se producen como consecuencia del frío o de las emociones fuertes y que bloquean el flujo sanguíneo, sobre todo en los dedos de las manos, a veces en los de los pies y, en raras ocasiones, en las orejas y en la nariz.
Manos frías: anemia
Uno de los síntomas más habituales que pueden estar relacionados con la anemia –carencia de un mineral como el hierro- suele ser precisamente tener la piel fría, incluidas las manos.
Manos frías: problemas de peso y de circulación
En concreto, de bajo peso o peso insuficiente (infrapeso). Las mujeres muy delgadas, al tener poca grasa corporal, no siempre son capaces de mantener el calor. Comer alimentos calóricos solucionará el problema.
Otra causa de esta sensibilidad al frío y de tener siempre las manos heladas puede estar en la circulación. Si el trastorno es leve puede solucionarse mediante ejercicios y masajes.
Puede afectar tanto a las extremidades superiores como inferiores.
Lógicamente, en cualquier momento, uno puede las manos frías.
El problema radica cuando esta sensación se mantiene en el tiempo y es constante y, sobre todo, no entiende de estaciones, ya que las manos pueden quedarse frías incluso en verano.
Si crees que tus manos frías te pueden estar alertando de alguna de estas dolencias, es hora de consultar al médico, para desvelar la causa real y aplicar el tratamiento más adecuado.
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