Cuando hablamos de adicción, asociamos estos comportamientos a las drogas y el alcohol pero en los últimos tiempos los psicólogos y psiquiatras hemos visto nacer y extenderse diferentes tipos de adicción.
De hecho, la comida, algo con lo que estamos en contacto día tras día, también puede generar adicción y crear problemas tanto a nivel psicológico como físico.
La persona que sufre una adicción a la comida o a determinados tipos de alimentos no es capaz de controlar el consumo y experimenta una necesidad continua de comer, que no depende directamente de la sensación de saciedad.
Como resultado, a menudo ingiere cantidades excesivas de alimentos que le hacen sentirse mal.
De la misma forma, cuando no están comiendo, experimentan irritabilidad y desasosiego.
¿Cuáles son los alimentos con mayor poder adictivo?
Un estudio realizado en la Universidad de Michigan ha analizado diferentes tipos de alimentos para detectar cuáles son los que tienen un mayor poder adictivo.
En el estudio participaron 504 personas, las cuales debían completar un cuestionario que incluía 35 alimentos diferentes, en ese cuestionario se evaluaban diferentes características de los alimentos y, por supuesto, cuán adictivos podían llegar a ser.
Estos investigadores descubrieron que las comidas muy procesadas eran las más adictivas en absoluto, las más difíciles de resistir.
De hecho, no es la primera vez que un estudio relaciona los alimentos procesados con la adicción.
Así, los alimentos más adictivos son:
1. Pizza
2. Chocolate
3. Snacks fritos
4. Galletas
5. Helado
6. Patatas fritas
7. Hamburguesa
8. Sodas
9. Pasteles
10. Queso
En el extremo opuesto, encontramos una lista con los alimentos que menos adicción causan:
1. Fresas
2. Maíz
3. Salmón
4. Banana
5. Brócoli
6. Arroz integral
7. Manzana
8. Frijoles
9. Zanahorias
10. Pepino
¿Por qué algunos alimentos son más adictivos que otros?
Los investigadores apuntan al hecho de que los carbohidratos refinados son absorbidos con gran facilidad por nuestro sistema, por lo que podemos consumir grandes cantidades y no sentirnos saciados, algo que no ocurre con los carbohidratos complejos.
Sin embargo, al profundizar aún más en las características de los alimentos, estos investigadores detectaron dos factores que predecían el nivel de adicción: el índice glucémico y la cantidad de grasas.
De hecho, no es el primer estudio que descubre que el índice glucémico de los alimentos está directamente relacionado con el placer que experimentamos al comerlos. Se conoce que los alimentos con un índice glucémico alto son capaces de activar los circuitos neuronales relacionados con la recompensa, como por ejemplo, el cuerpo estriado, desatando un proceso similar al que provocan algunas sustancias adictivas.
Por otra parte, la cantidad de grasa, sobre todo las grasas trans, también aumentan el poder adictivo de los alimentos. Estos investigadores creen que se debe a que las comidas ricas en este tipo de grasas tienen un sabor que nos resulta más agradable al paladar, lo cual activa determinadas regiones del cerebro.
De hecho, otro estudio, realizado en la Universidad de Cambridge descubrió que un alimento con grasas trans produce una activación de la corteza somatosensorial y otras zonas vinculadas con la motivación y la recompensa, que el mismo alimento sin esa grasa no provoca.
En práctica, las grasas, el azúcar y los carbohidratos simples estimulan las zonas de nuestro cerebro relacionadas con la recompensa y, al sentirnos bien, tenemos la tendencia a volver a buscar esas sensaciones. Así se crea un círculo vicioso que nos lleva a comer cada vez más alimentos dañinos ya que las otras opciones no producen esa misma satisfacción.
Varias evidencias a nivel experimental confirman esta hipótesis ya que se ha podido apreciar que la liberación de dopamina que se produce durante el acto de comer determinados alimentos, produce una activación en el área tegmental ventral, que forma parte de un sistema generalizado de búsqueda y acercamiento al refuerzo, diseñado a través de la evolución para permitirnos dar respuestas más eficaces a los estímulos negativos y positivos. En otras palabras, al sentirnos bien liberamos dopamina, un neurotransmisor que le indica a nuestro cerebro que esa conducta no es negativa (aunque lo sea) y, por tanto, tendremos la tendencia a repetirla.
¿Pueden los alimentos realmente causar una adicción?
Como colofón, se debe puntualizar que los alimentos no tienen el mismo poder adictivo que puede tener una droga. De hecho, incluso hay algunos psicólogos que prefieren referirse a un "ansia por la comida" en vez de hablar de una "adicción a la comida".
Y es que para que la persona cree una relación negativa con la comida y este acto escape de su control, es necesario que confluyan otros factores, entre ellos una predisposición personal a la adicción, así como la presencia de situaciones estresantes o factores sociales que contribuyan a la adicción.
De hecho, la comida, algo con lo que estamos en contacto día tras día, también puede generar adicción y crear problemas tanto a nivel psicológico como físico.
La persona que sufre una adicción a la comida o a determinados tipos de alimentos no es capaz de controlar el consumo y experimenta una necesidad continua de comer, que no depende directamente de la sensación de saciedad.
Como resultado, a menudo ingiere cantidades excesivas de alimentos que le hacen sentirse mal.
De la misma forma, cuando no están comiendo, experimentan irritabilidad y desasosiego.
¿Cuáles son los alimentos con mayor poder adictivo?
Un estudio realizado en la Universidad de Michigan ha analizado diferentes tipos de alimentos para detectar cuáles son los que tienen un mayor poder adictivo.
En el estudio participaron 504 personas, las cuales debían completar un cuestionario que incluía 35 alimentos diferentes, en ese cuestionario se evaluaban diferentes características de los alimentos y, por supuesto, cuán adictivos podían llegar a ser.
Estos investigadores descubrieron que las comidas muy procesadas eran las más adictivas en absoluto, las más difíciles de resistir.
De hecho, no es la primera vez que un estudio relaciona los alimentos procesados con la adicción.
1. Pizza
2. Chocolate
3. Snacks fritos
4. Galletas
5. Helado
6. Patatas fritas
7. Hamburguesa
8. Sodas
9. Pasteles
10. Queso
En el extremo opuesto, encontramos una lista con los alimentos que menos adicción causan:
1. Fresas
2. Maíz
3. Salmón
4. Banana
5. Brócoli
6. Arroz integral
7. Manzana
8. Frijoles
9. Zanahorias
10. Pepino
¿Por qué algunos alimentos son más adictivos que otros?
Los investigadores apuntan al hecho de que los carbohidratos refinados son absorbidos con gran facilidad por nuestro sistema, por lo que podemos consumir grandes cantidades y no sentirnos saciados, algo que no ocurre con los carbohidratos complejos.
Sin embargo, al profundizar aún más en las características de los alimentos, estos investigadores detectaron dos factores que predecían el nivel de adicción: el índice glucémico y la cantidad de grasas.
De hecho, no es el primer estudio que descubre que el índice glucémico de los alimentos está directamente relacionado con el placer que experimentamos al comerlos. Se conoce que los alimentos con un índice glucémico alto son capaces de activar los circuitos neuronales relacionados con la recompensa, como por ejemplo, el cuerpo estriado, desatando un proceso similar al que provocan algunas sustancias adictivas.
Por otra parte, la cantidad de grasa, sobre todo las grasas trans, también aumentan el poder adictivo de los alimentos. Estos investigadores creen que se debe a que las comidas ricas en este tipo de grasas tienen un sabor que nos resulta más agradable al paladar, lo cual activa determinadas regiones del cerebro.
De hecho, otro estudio, realizado en la Universidad de Cambridge descubrió que un alimento con grasas trans produce una activación de la corteza somatosensorial y otras zonas vinculadas con la motivación y la recompensa, que el mismo alimento sin esa grasa no provoca.
En práctica, las grasas, el azúcar y los carbohidratos simples estimulan las zonas de nuestro cerebro relacionadas con la recompensa y, al sentirnos bien, tenemos la tendencia a volver a buscar esas sensaciones. Así se crea un círculo vicioso que nos lleva a comer cada vez más alimentos dañinos ya que las otras opciones no producen esa misma satisfacción.
Varias evidencias a nivel experimental confirman esta hipótesis ya que se ha podido apreciar que la liberación de dopamina que se produce durante el acto de comer determinados alimentos, produce una activación en el área tegmental ventral, que forma parte de un sistema generalizado de búsqueda y acercamiento al refuerzo, diseñado a través de la evolución para permitirnos dar respuestas más eficaces a los estímulos negativos y positivos. En otras palabras, al sentirnos bien liberamos dopamina, un neurotransmisor que le indica a nuestro cerebro que esa conducta no es negativa (aunque lo sea) y, por tanto, tendremos la tendencia a repetirla.
¿Pueden los alimentos realmente causar una adicción?
Como colofón, se debe puntualizar que los alimentos no tienen el mismo poder adictivo que puede tener una droga. De hecho, incluso hay algunos psicólogos que prefieren referirse a un "ansia por la comida" en vez de hablar de una "adicción a la comida".
Y es que para que la persona cree una relación negativa con la comida y este acto escape de su control, es necesario que confluyan otros factores, entre ellos una predisposición personal a la adicción, así como la presencia de situaciones estresantes o factores sociales que contribuyan a la adicción.
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