Seguro que para todos nosotros ducharnos es simplemente un sencillo acto que realizamos a diario. A pesar de parecer algo simple, debemos tener algunos puntos bien claros pues una ducha o modo de ducharnos incorrecto puede acarrearnos problemas en el cuerpo, desde erupciones en la piel a sequedad en determinadas zonas.
Por ello queremos dar algunos consejos al respecto para evitar esto.
Si nos preguntan cómo nos duchamos seguro que contestamos que primero nos echamos el agua, después el jabón y finalmente aclaramos.
Parece sencillo, pero no lo es tanto, pues hay que reparar en aspectos como la temperatura ideal del agua, el tipo de jabón, la forma de lavarnos…
Elegir bien el jabón
En primer lugar nos vamos a detener en el tipo de jabón que vamos a utilizar. Ante todo es necesario tener presente que hay que diferenciar entre gel, champú, acondicionador… El gel es para la piel y debe ser neutro, es decir, tener un PH 5.5, que es el adecuado para todo tipo de pieles. Por otro lado el champú es para el cabello y debe ser de uso diario.
Los acondicionadores podemos tener para el cabello y para el cuerpo. Es importante que diferenciemos y tengamos claro el uso adecuado de cada producto.
La temperatura del agua
La temperatura del agua es otro punto a tener en cuenta, ya que puede afectar directamente a la piel. Concretamente usar agua muy caliente no es bueno debido a que el calor acaba con la grasa natural de la piel debilitándola. Lo mismo sucede con el agua demasiado fría. Por lo que debemos encontrar un término medio para conservar una piel en perfecto estado.
Para proteger las defensas debemos tener presente que no es bueno ducharse más de una vez al día. Pero si por nuestro ritmo de vida no podemos evitar hacerlo, lo mejor es simplemente darnos una ducha sin gel.
Con el agua servirá y con incidir más en las partes más propensas a acumular bacterias es suficiente.
Cuidado con las zonas delicadas
Tener especial cuidado a la hora de lavar las partes más delicadas del cuerpo o su entorno. Sobre todo en partes consideradas mucosas, ya que el exceso de limpieza directa puede irritar esta parte. Lo ideal es limpiar con agua y simplemente con la mano y un poco de espuma, no jabón directo. Si es un jabón suave especial mejor que mejor. Especial hincapié debemos hacer en las partes en las que más se suda y se acumulan más bacterias, como las axilas, ingles, dedos de los pies…
Aclarado y secado
El aclarado es fundamental, no debemos dejar restos de jabón en ninguna parte del cuerpo, ya que éstos pueden producir irritaciones y descamaciones de la piel en esa parte. Repasar bien cada zona del cuerpo con el agua corriendo es fundamental para eliminar cualquier resto de jabón.
Para evitar irritaciones en la piel también es necesario que tengamos cuidado al secarnos, ya que simplemente servirá con acercar la toalla y no arrastrarla por la piel ni frotar con ella, pues podemos producirnos irritaciones en la piel.
Por ello queremos dar algunos consejos al respecto para evitar esto.
Si nos preguntan cómo nos duchamos seguro que contestamos que primero nos echamos el agua, después el jabón y finalmente aclaramos.
Parece sencillo, pero no lo es tanto, pues hay que reparar en aspectos como la temperatura ideal del agua, el tipo de jabón, la forma de lavarnos…
Elegir bien el jabón
En primer lugar nos vamos a detener en el tipo de jabón que vamos a utilizar. Ante todo es necesario tener presente que hay que diferenciar entre gel, champú, acondicionador… El gel es para la piel y debe ser neutro, es decir, tener un PH 5.5, que es el adecuado para todo tipo de pieles. Por otro lado el champú es para el cabello y debe ser de uso diario.
Los acondicionadores podemos tener para el cabello y para el cuerpo. Es importante que diferenciemos y tengamos claro el uso adecuado de cada producto.
La temperatura del agua
La temperatura del agua es otro punto a tener en cuenta, ya que puede afectar directamente a la piel. Concretamente usar agua muy caliente no es bueno debido a que el calor acaba con la grasa natural de la piel debilitándola. Lo mismo sucede con el agua demasiado fría. Por lo que debemos encontrar un término medio para conservar una piel en perfecto estado.
Para proteger las defensas debemos tener presente que no es bueno ducharse más de una vez al día. Pero si por nuestro ritmo de vida no podemos evitar hacerlo, lo mejor es simplemente darnos una ducha sin gel.
Con el agua servirá y con incidir más en las partes más propensas a acumular bacterias es suficiente.
Cuidado con las zonas delicadas
Tener especial cuidado a la hora de lavar las partes más delicadas del cuerpo o su entorno. Sobre todo en partes consideradas mucosas, ya que el exceso de limpieza directa puede irritar esta parte. Lo ideal es limpiar con agua y simplemente con la mano y un poco de espuma, no jabón directo. Si es un jabón suave especial mejor que mejor. Especial hincapié debemos hacer en las partes en las que más se suda y se acumulan más bacterias, como las axilas, ingles, dedos de los pies…
Aclarado y secado
El aclarado es fundamental, no debemos dejar restos de jabón en ninguna parte del cuerpo, ya que éstos pueden producir irritaciones y descamaciones de la piel en esa parte. Repasar bien cada zona del cuerpo con el agua corriendo es fundamental para eliminar cualquier resto de jabón.
Para evitar irritaciones en la piel también es necesario que tengamos cuidado al secarnos, ya que simplemente servirá con acercar la toalla y no arrastrarla por la piel ni frotar con ella, pues podemos producirnos irritaciones en la piel.
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