A raíz de esto pueden formarse depósitos en la piel y los tendones, alrededor de la córnea y los párpados y, sobre todo, en las paredes arteriales, donde ocasiona más daños, pues afecta la buena circulación sanguínea.
Las arterias están también vinculadas a todo lo que se llama la “vida”.
Hacen correr la alegría de vivir y me permiten comunicar, expresar mis emociones, guardar el contacto con el universo. Si la tensión nerviosa sube más, provoca un desequilibrio emocional que puede resultar de un conflicto interior entre mi “mundo físico” y “mi mundo espiritual”.
Cuando tengo dificultad o cuando dejo de expresar mis emociones, me cierro (bloqueo) y a consecuencia de ello, pueden ocurrir diferentes enfermedades vinculadas con el corazón tales como la arteriosclerosis, la trombosis, la angina de pecho, las varices.
La alegría de vivir deja de circular en mí.
Puedo desvalorizarme frente a las acciones que cumplo. Para que la energía fluya más regularmente e impida el desarrollo de ciertas esclerosis, representando bloqueos energéticos, debo hacer prueba de una apertura más constante a la alegría y a la circulación de esta alegría quedando abierto al nivel del corazón, aceptando cambiar de actitud y abrirme al amor, para que este amor se encamine por todo mi cuerpo.
Ha llegado el momento de que dejes de preocuparte por todo y dediques un tiempo a preguntarte qué te complacería. No siempre tienes que oscilar entre los placeres físicos y los del espíritu, es decir, entre tus deseos y tus valores espirituales. Concédete todos esos placeres, aunque al principio sean mínimos. Debes aprender a dejar circular en ti toda forma de alegría de manera frecuente y no sólo en breves momentos. La vida es demasiado importante para tomársela tan en serio.
La circulación sanguínea está vinculada al corazón y a la sangre, símbolo de vida. La sangre pasa por todos los canales del cuerpo: arterias, arteriolas, venas, venillas, capilares. Estos canales son necesarios a la distribución del amor, de la alegría y de la vida en todo el cuerpo.
Mi corazón (centro del amor) acepta dar la sangre (energía) a cada parte de mi ser, cualquier sea su importancia, sin discriminación. La sangre representa mi vigor, mi placer de vivir y lo que soy actualmente en este universo. Todas las dificultades circulatorias están vinculadas con la sangre y la totalidad de mí ser. Si vivo una situación difícil en el plano emocional o mental, la energía que anima mi ser se debilita.
Esta debilidad de la sangre y de la circulación sanguínea significa que me retiro emocionalmente de una situación que me afecta por el instante porque no tengo bastante “energía” para ir hacia delante. Me protejo de mis emociones demasiado energéticas porque es doloroso sentirlas presentes hasta tal punto. No dejo circular bastante amor en mi vida. Me autocritico severamente, estoy apenado, siento mucha tristeza interior.
Mi alegría de vivir y mi buen humor disminuyen, mis ideas se vuelven confusas, tengo una vida social poco excitante, insípida y llana. Tengo necesidad de hacer “circular” muchos proyectos, ideas, sensaciones.
Sino, todo se “congelará” a causa de mis preocupaciones, mis penas, mi cansancio, mi ira; una sobre excitación o una obsesión que desequilibra la circulación sanguínea tendrá el mismo efecto. La falta de alegría me lleva pues a huir de mis responsabilidades. Tengo bloqueos que me hacen evitar ciertas situaciones.
Es un modo de decir “no” a la vida. Así, diversos esquemas de pensamiento corren el riesgo de aflorar en superficie (el control, la negligencia, la indiferencia frente a la vida, la necesidad exagerada de atención, el deseo de querer morir…)
Los trastornos de la circulación sanguínea se manifiestan primero en las manos y las piernas, en las partes más externas y activas de mi cuerpo, las que me dirigen en el universo. Una mala circulación que afecta mis piernas está vinculada a mi dirección emocional, a las emociones en las cuales puedo contar y que amo.
Cuando están afectadas mis manos, es la expresión de mis emociones y un deseo de cesar lo que estoy haciendo. En ambos casos, se trata de una retracción en el plano interior, la retracción de la plena participación emocional a mi universo.
Las diferentes aflicciones sanguíneas son la aterosclerosis, la arteriosclerosis, la elevación del porcentaje de colesterol, la trombosis, etc. ¡Acepto mirarme a la cara y sobre todo observo mi actitud frente a la vida! ¿No es la vida bastante extraordinaria como para aprovecharla plenamente? Abro mi corazón al amor, me asumo y me dejo guiar por la vida. Siempre sucederá lo que hay mejor para mí.
Las arterias están también vinculadas a todo lo que se llama la “vida”.
Hacen correr la alegría de vivir y me permiten comunicar, expresar mis emociones, guardar el contacto con el universo. Si la tensión nerviosa sube más, provoca un desequilibrio emocional que puede resultar de un conflicto interior entre mi “mundo físico” y “mi mundo espiritual”.
Cuando tengo dificultad o cuando dejo de expresar mis emociones, me cierro (bloqueo) y a consecuencia de ello, pueden ocurrir diferentes enfermedades vinculadas con el corazón tales como la arteriosclerosis, la trombosis, la angina de pecho, las varices.
La alegría de vivir deja de circular en mí.
Puedo desvalorizarme frente a las acciones que cumplo. Para que la energía fluya más regularmente e impida el desarrollo de ciertas esclerosis, representando bloqueos energéticos, debo hacer prueba de una apertura más constante a la alegría y a la circulación de esta alegría quedando abierto al nivel del corazón, aceptando cambiar de actitud y abrirme al amor, para que este amor se encamine por todo mi cuerpo.
Ha llegado el momento de que dejes de preocuparte por todo y dediques un tiempo a preguntarte qué te complacería. No siempre tienes que oscilar entre los placeres físicos y los del espíritu, es decir, entre tus deseos y tus valores espirituales. Concédete todos esos placeres, aunque al principio sean mínimos. Debes aprender a dejar circular en ti toda forma de alegría de manera frecuente y no sólo en breves momentos. La vida es demasiado importante para tomársela tan en serio.
La circulación sanguínea está vinculada al corazón y a la sangre, símbolo de vida. La sangre pasa por todos los canales del cuerpo: arterias, arteriolas, venas, venillas, capilares. Estos canales son necesarios a la distribución del amor, de la alegría y de la vida en todo el cuerpo.
Mi corazón (centro del amor) acepta dar la sangre (energía) a cada parte de mi ser, cualquier sea su importancia, sin discriminación. La sangre representa mi vigor, mi placer de vivir y lo que soy actualmente en este universo. Todas las dificultades circulatorias están vinculadas con la sangre y la totalidad de mí ser. Si vivo una situación difícil en el plano emocional o mental, la energía que anima mi ser se debilita.
Esta debilidad de la sangre y de la circulación sanguínea significa que me retiro emocionalmente de una situación que me afecta por el instante porque no tengo bastante “energía” para ir hacia delante. Me protejo de mis emociones demasiado energéticas porque es doloroso sentirlas presentes hasta tal punto. No dejo circular bastante amor en mi vida. Me autocritico severamente, estoy apenado, siento mucha tristeza interior.
Mi alegría de vivir y mi buen humor disminuyen, mis ideas se vuelven confusas, tengo una vida social poco excitante, insípida y llana. Tengo necesidad de hacer “circular” muchos proyectos, ideas, sensaciones.
Sino, todo se “congelará” a causa de mis preocupaciones, mis penas, mi cansancio, mi ira; una sobre excitación o una obsesión que desequilibra la circulación sanguínea tendrá el mismo efecto. La falta de alegría me lleva pues a huir de mis responsabilidades. Tengo bloqueos que me hacen evitar ciertas situaciones.
Es un modo de decir “no” a la vida. Así, diversos esquemas de pensamiento corren el riesgo de aflorar en superficie (el control, la negligencia, la indiferencia frente a la vida, la necesidad exagerada de atención, el deseo de querer morir…)
Los trastornos de la circulación sanguínea se manifiestan primero en las manos y las piernas, en las partes más externas y activas de mi cuerpo, las que me dirigen en el universo. Una mala circulación que afecta mis piernas está vinculada a mi dirección emocional, a las emociones en las cuales puedo contar y que amo.
Cuando están afectadas mis manos, es la expresión de mis emociones y un deseo de cesar lo que estoy haciendo. En ambos casos, se trata de una retracción en el plano interior, la retracción de la plena participación emocional a mi universo.
Las diferentes aflicciones sanguíneas son la aterosclerosis, la arteriosclerosis, la elevación del porcentaje de colesterol, la trombosis, etc. ¡Acepto mirarme a la cara y sobre todo observo mi actitud frente a la vida! ¿No es la vida bastante extraordinaria como para aprovecharla plenamente? Abro mi corazón al amor, me asumo y me dejo guiar por la vida. Siempre sucederá lo que hay mejor para mí.
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