15 marzo 2015

Chocolate, placer adictivo

El chocolate en todas sus variantes es un regalo divino para el hombre, pues su exquisito sabor se combina potentemente con sus propiedades para la salud.
No podemos negar que existe toda una cultura alrededor del cacao y, por ende, al chocolate. Como un regalo del vientre de las selvas mexicanas, el cacao ha navegado por la boca del hombre desde que lo aprovecharon por primera vez los olmecas hasta que prácticamente los europeos se encargaron de bañar al mundo con esta delicia de color obscuro.
El chocolate es un producto del cacao, el cual es creado al mezclar manteca y polvo triturado de estas semillas.
Puede ser mezclado con leche, almendras o algunas sustancias más.
La versatilidad de este oro obscuro permite que lo podamos consumir en todo tipo de presentaciones: desde bebidas, tabletas hasta pastas.
Además de tener un sabor único y especial, bajo esa piel tostada se esconden una serie impresionantes de propiedades que pueden ayudarnos a mantener sano a nuestro cuerpo desde los pies hasta la cabeza: el chocolate contiene una cantidad importante de antioxidantes que ayudan a combatir el envejecimiento además de que reduce la probabilidades de tener cáncer, estos mismo antioxidantes ayudan a disminuir los radicales libres el cuerpo (que son los que provocan el desarrollo la formación incorrecta de las células).
Al ser una sustancia de origen vegetal, contará también con fibra para ayudar a mantener a raya el colesterol y a reducir el riesgo de sufrir hipertensión arterial.
El chocolate es un elemento básico para quien anda en búsqueda de la felicidad (hablando de ésta de modo fisiológico), pues una de las más sensacionales cualidades del chocolate es su capacidad para estimular la producción de la glándula pituitaria y del hipotálamo para que produzcan endorfinas, sustancias responsables de la sensación de bienestar y felicidad en el cuerpo.
El hombre está irremediablemente casado con el chocolate, pues su seductor sabor, su textura única y su característico olor son el anillo de compromiso que jamás podrá romperse y que garantiza la fidelidad del humano hacia este pequeñito pero bondadoso grano.

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